Una estrategia de comunicación es un plan que sirve para contar al resto de usuarios quién y qué puede ofrecer una empresa a sus clientes. Siempre de una forma simple, clara, pero a la vez persuasiva y distintiva. Para ello, empleamos herramientas digitales que sistematizan los objetivos generales, las tácticas, los mensajes, las acciones, los plazos, etc. Todo con vistas a proyectar la marca corporativa hacia el público, en función de sus características.
El proceso para una estrategia de comunicación pasa por diferentes fases, según vamos avanzando. Durante un periodo inicial de tiempo se marcan unos objetivos específicos a corto plazo y un calendario de ejecución. Conseguidos esos logros, la siguiente etapa comienza a idearse para mejorar o ampliar los clientes, siempre manteniendo a los ya obtenidos.
Dentro de las diversas actividades y tareas que comprenden una estrategia comunicativa podemos incluir la gestión de medios de comunicación disponibles, las relaciones públicas y la imagen corporativa. En el primer punto las acciones se centran en las redes sociales (Facebook, Instagram, Twitter, sobre todo) y los medios digitales. Luego, es importante establecer contacto con las personas y empresas relacionadas o implicadas en el mismo sector donde se está trabajando. Por último, la creación de una imagen permite al público reconocer un producto o servicio con un logotipo particular.
Por otro lado, dos aspectos fundamentales son elaborar un buen plan de contenidos y de difusión de toda la información que se desea comunicar. Además, resulta esencial conocer primero a la propia organización, sus participantes (socios de la empresa) y los recursos económicos disponibles. En segundo lugar, tenemos que conocer los asuntos de los que se va a informar, así como el público y los medios que se van a utilizar.
Con todo esto se elabora una estrategia de comunicación.